CRÓNICA| CÓMO SOBREVIVIR SIN MEDICINAS EN HOSPITALES Y FARMACIAS?
Las curas con plantas, remedios de las abuelas están de moda. La carencia y carestía de los medicamentos tiene a los venezolanos recorriendo caminos de supervivencia inimaginables
Por Carol Mora
TRAVESÍA DE UNA AMA DE CASA....Día viernes 6 de Julio son las 6 de la mañana., estoy despierta desde las 4 de la madrugada, el motivo mi hija de casi dos años tiene un exceso de tos desde esa hora no se le calma con nada. Me visto y la visto y me dirijo desde mi casa al Centro Comercial de la UD-3 de Caricuao a que su pediatra la revise.
Después de cancelar el costo de la consulta y con mi otro hijo de 3 años también esperando para entrar, él también tiene gripe hace más de 15 días, pero la falta de medicamento nos impidió a su papá y a mí, comprar los antibióticos que el médico ya le había recetado. Una vez dentro de la consulta revisan a mi hijo mayor y sólo le recetan, desloratadina, arbixil y azitromicina, para ambos niños, el mismo tratamiento. A diferencia de la beba que necesita ser nebulizada debido a que sus vías respiratorias están muy congestionadas. La nebulización debe ser con berodual.
En voz alta digo que iré a la clínica popular en la UD-5 porque allí la han nebulizado antes, la recomendación del médico tratante fue que no vaya allí porque actualmente los hospitales están desabastecidos, obvie la recomendación del médico y envié a mi hijo mayor de regreso a casa, para llevar a la niña a la clínica popular.
Una vez allí el panorama es sillas en las afueras de la emergencia y una pancarta en la puerta que cita al Artículo 91 de la Constitución Nacional “Todo trabajador o trabajadora tiene derecho a un salario suficiente que le permita vivir con dignidad y cubrir para sí y su familia las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales” y al final de la pancarta un escrito que dice “Sueldos Dignos Ya”.
Entro a la emergencia y en las afuera hay 5 mamás con sus hijos uno como de unos 10 años acostado en dos sillas, la razón la fiebre alta y el malestar no lo dejaba mantenerse en pie, hablo con el Licenciado en la puerta y le explico que mi hija necesita ser nebulizada y que tengo la orden del médico.
El me hace pasar y adentro había 8 enfermeras todas sentadas como si estuvieran en una reunión, saco la orden y le explico la situación, la enfermera sentada frente a mi si revisa la orden y me dice, revisa la orden y casi se ríe cuando ve que el medicamento indicado es Berodual, seguidamente me dice que debía esperar a que la directora del Centro llegara porque es ella quien tiene los medicamentos a resguardo, otra de las Licencias que allí se encontraban le dice que hay un poco de un medicamento parecido al recetado y me hace subirle la camisa a la niña para ver su estado, a lo que se dieron cuenta que en efecto está muy trancada, la enfermera se levanta y procede a preparar todo para nebulizarla. La indicación dice que son tres veces cada media hora, pero allí solo pueden colocarle una, y una vez finalizada la nebulización me dicen que mejor vaya a a un CDI que a los médicos cubanos si los dotan de insumos.
Ignoro la recomendación y con la niña en brazos aborde el metro a ver si lograba conseguir al menos el antibiótico, nos bajamos en la estación Artigas de este sistema y así comenzó nuestra peregrinación por las farmacias de la Av. San Martin.
Salimos del centro comercial San Martin y me dirijo con la niña en brazos al Locatel que está antes de llegar al Distribuidor la araña, le entrego el récipe a la farmaceuta y me dice que el antibiótico no lo tiene pero que tiene Cenaret que es igual a la desloratadina, y aparte tampoco tiene el arbixil que es para la tos, pero me da uno genérico, aparte de eso casualidad tenían Budecort (budesonida) y una vez en mis manos pienso como el slogan del célebre comercial de seguro “es mejor tenerlo y no necesitarlo, que necesitarlo y no tenerlo” más adelante le daría gracias a Dios por que con este logre que le hicieran las tres nebulizaciones a la niña en la Clínica Popular.
Salimos de allí y recorrimos dos farmacias más de las pequeñas en San Martin, hasta el Farmatodo que está en frente de la Maternidad Concepción Palacios pregunto por la azitromicina, y la farmaceuta me dice que no tienen ningún tipo de antibióticos, pero que si lograba conseguir de adultos lo comprara y allí me lo podían reformular, salimos y una vez llegamos al Día a Día seguimos el recorrido, pero ahora de regreso, y así llegamos al centro comercial Los Molinos en donde hay una farmacia pequeña, donde tampoco tuvimos suerte.
Con mi niña dormida en mis brazos y ya con dolor en mi columna debido al peso de ella me dirigí al último farmatodo el que está pasando el Centro Comercial los Molinos, pregunto por el antibiótico y me dice ese no lo tengo, pero tengo amoxival (amoxicilina) , pregunto el costo y me dicen 3.500.000- tres millones quinientos mil bolívares- luego de salir del shock, no me quedo otra que sacar la tarjeta de los ahorros que usamos para estrictas emergencias. En el camino comentamos que:
"A pesar del recorrido y la preocupación, todavía somos de ese grupo de venezolanos afortunados que a pesar de todo logran conseguir los medicamentos que nos recomendaron, porque la verdad es que la mayoría no tienen para comprarlo".
Sabemos que con esta escasez aún hay pacientes inclusive familiares nuestros que recorren por semanas y hasta meses hospitales y farmacias sin encontrar ni una medicina.
De plantas y curaciones
Amelia Fuentes vive en los Telares de Palo Grande de Caricuao: lleva más de tres semanas buscando un antibiótico para su pequeño hijo; una vecina le recomendó consultar a otra vecina que vive una cuadras más adelante. La idea es que le el nombre de la planta que le sirvió a una amiga que necesitaba tomar antibióticos. Amelia ya no duda en la recomendación, teme que la salud de su hijo empeore, le queda tener fe, ya ha visitado varios hospitales y CDI y estos no cuentan con la medicina. Su hermana tiene una tos que no se le quita con nada. Para completar tiene a su sobrino con una alergía en la piel extraña. No le queda más que consultar a esta vecina. Amelia fue al mercado consiguió la planta, la preparo como le dijo su vecina Clotilde, los vecinos le dicen la yerbatera. Mientras da el bebedizo a su hijo se lo encomienda a Dios para que lo cure y no le cause un efecto secundario esa agua marrona y de sabor incómodo. Para la piquiña de su sobrino está usando después de lavar la zona afectada, vinagre. La tos de su hermana tiene fe que se le controle con un tecito de torongil. Los medicamentos, jarabes ya no lo puede comprar. Hace más de cuatro meses que la despidieron de una cooperativa de limpieza de la Alcaldía de Caracas sin decirle nada. Plancha de vez en cuando la ropa de sus vecinos. Amelia ya no compra medicinas sino plantas le dijo a su mamá que se sienten mejor.
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