Crónica: "El hambre ronda callada, no conoce de miedo"



foto: @caricuao_hoy

Por Redacción Caricuao Hoy

"No es una historia que se repite", le decía un docente con aspecto de poeta y filósofo a otro colega. El sol ya se sentía fuerte en la cara de los más de 200 asistentes en la Plaza Morelos de Bellas Artes, Caracas.

Esperar desde las 9 de la mañana a los docentes, trabajadores de la Salud,
pensionados y jubilados que venían marchando desde Plaza Venezuela significa un punto de honor, de objetivo cumplido a pesar de haber cambiado el lugar del evento.

Ya que el plan para este lunes #16Enero era concentrarse frente al Ministerio de Educación, esquina de Salas, cambiaron de plan cuando se encontraron que estaban colocando una inmensa tarima frente a este Ministerio. Esto no los amilanó. Como al poeta Carlos Eduardo, docente jubilado que no le importaba llevar sol mientras esperaba a los que venía de Plaza Venezuela, sorteado cierre y bloqueo de calles por parte de la Policía, así como la amenaza que rondaba de colectivos en motos , unos con máscaras y con vestimenta negra y camisas verde militar.

"No es la misma historia Américo, porque el hambre ronda callada, no conoce de miedo, por eso hay que protestar para frenar este peligro, para no llegar a mayores", insistía el docente, quién ya revelaba síntomas de cansancio porque alzaba sus pies cada cierto tiempo.

Unas patas de pollos en mano de un enfermero era la mejor muestra que todos los trabajadores profesionales o no la están pasando muy mal en la "Venezuela que se arregló" pero para para los que tienen "una teta eléctrica", un buen enchufe. La alegría se sintió cuando llegaron los que venía de Plaza Venezuela, unidos y firmes por un sueldo digno fue la señal que consolidaron.

Exigir que se cumpla el Articulo 91 de la Constitución Nacional es el objetivo de estas mujeres y hombres de la educación, de la salud, trabajadores activos, pensionados y jubilados que demostraron a nivel nacional su molestia y necesidad de un buen sueldo antes que bonos y bolsas Clap.

Carlos Eduardo, el docente poeta le insistía a su colega Américo que la vocación va de la mano de una buena remuneración, "enseñar con hambre, es formar ciudadanos débiles, tristes y sobre todo conformistas, toca corregir, porque nuestra profesión va ser otra que va desaparecer".

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